¿Por qué la crónica es como un ornitorrinco para Juan Villoro?
El ornitorrinco es una criatura de características extrañas y peculiares: cuerpo y cola de castor; pico y patas de pato; espolón que inyecta veneno cual arácnido; mamífero, pero pone huevos; amamanta sus crías, pero no tiene mamas.
Los incrédulos preguntarán si acaso se trata de un animal real o, en cambio, si se trata de un personaje de ficción surgido de las profundidades de la imaginación.
Para Juan Villoro, escritor y periodista mexicano, la crónica está en una situación similar. Para él, “la crónica es el ornitorrinco de la prosa”.
Esta analogía surge, explica Villoro, porque en este género confluyen características de otros tipos de textos literarios y periodísticos.
El cronista utiliza elementos de la ficción y el reportaje para construir su texto. La verdad y la fantasía son sus dos principios, uno para contar lo que sucedió con rigurosidad, el otro para darle un toque emocionante que enganche al lector.
La crónica, al igual que el ornitorrinco, es una combinación de características extrañas y peculiares que juntas constituyen un género periodístico real, aunque en ocasiones sus contenidos parezcan traídos de la ficción.
De la novela, dice Villoro, la crónica extrae la capacidad de narrar desde la cotidianidad de los personajes, lo que permite situar al lector en el centro de lo que ocurre. Del reportaje obtiene los datos y testimonios inmodificables para contar la historia.
Por otra parte, del cuento extrae su sentido dramático que sugiere que la realidad ocurre para contar un relato deliberado con un final que lo justifica. De la entrevista obtiene los diálogos, las voces que le aportarán cercanía y profundidad con la audiencia. Del teatro consigue la forma de montar esas conversaciones y la polifonía de testigos.
Del ensayo extrae la posibilidad de argumentar y articular distintos saberes. De la autobiografía obtiene la escritura en primera persona que en tono memorioso cuenta lo que vivió.
Villoro termina su descripción diciendo que “usado en exceso, cualquiera de esos recursos resulta letal. La crónica es un animal cuyo equilibrio biológico depende de no ser como los siete animales distintos que podría ser”.
Es decir, a pesar de que la crónica reúne elementos de muchos géneros literarios y periodísticos, en el momento en que solo se fije en las características de uno de estos, dejará de ser crónica para convertirse en novela, ensayo, reportaje, cuento, teatro, autobiografía o entrevista.
Como ocurre con el ornitorrinco, si además de cuerpo y cola de castor también tuviera dientes, patas y dieta de castor, sería un castor. Para seguir siendo un ornitorrinco, ese animal con características extrañas y peculiares debe mantener el equilibrio entre sus partes.
La crónica, para mantener su carácter de narración real, debe conservar el equilibrio entre sus partes, recursos y herramientas. El cronista, que es periodista, se convierte en un escritor que concilia entre la verdad y la ficción.