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Nueve microrrelatos cotidianos de los participantes de MANADA 2.0

Nueve microrrelatos cotidianos de los participantes de MANADA 2.0

Con este ejercicio fortalecerás tus narraciones para que transcurran en un tiempo y espacio.

Los participantes de MANADA 2.0 recibieron el taller de crónica con Luis Alberto Miño, editor de Nación de EL TIEMPO y autor del blog Crónicas de un periodista sin celular.

Durante las sesiones, Miño afirmó que la crónica es una historia que se desarrolla en un tiempo y un espacio: “Obtiene movimiento mediante verbos que le dan acción a los personajes y acontecimientos”.

Con esa clave, el cronista propuso a los participantes de MANADA 2.0 narrar su día en tres párrafos, utilizando verbos para darle movimiento. Este ejercicio te ayudará a mejorar tu narración. A continuación encontrarás los microrrelatos destacados:

Afán - Juan David Trujillo Rodríguez

Juan salió corriendo hacia su casa. “Mierda, ya van a ser las 6”, pensó. Tenía que conectarse para su taller de crónica, pero aún debía publicar la reseña que acababa de escribir. Regresar a la academia le había devuelto la pasión por su trabajo, aunque eso sí, lo había dejado sin mucho tiempo libre. Por otra parte, la virtualidad le había facilitado llevar una doble vida de periodista y estudiante.  

Mientras el reloj marcaba las 5 y 50, el frío en Bogotá se hacía más intenso. Las calles del centro se llenaban de oficinistas que buscaban regresar a sus casas, estos se mezclaban con los estudiantes que terminaban su jornada universitaria, creando un paisaje diverso. Juan prendió un cigarrillo mientras esquivaba transeúntes y bicicletas con el afán propio de quien lleva prisa. Revisó su celular para darse cuenta de que, efectivamente, iba tarde una vez más. “Ni modo, pueden empezar sin mí”, pensó mientras bajaba la velocidad. 

“¡Qué chimba salir a caminar por el centro sin el afán de un trabajo de oficina! El resto puede esperar”.

Agua bendita - Miguel Ángel Chavarro Arias

Tercer día sin agua. "Dios proveerá", fue lo que pensé. El tubo de agua del barrio se rompió desde el martes, por lo que la mañana se hizo más difícil sin un palmo de agua fría. Toallitas húmedas en la cara, algo de cera en el cabello y que no falte el baño francés. Et voilá. Listo para volver a la U.

Tomé un desayuno ligero, de esos que evitan náuseas matutinas, y me monté en mi patineta. El cielo estaba gris y la loza sin lavar. "Dios proveerá", sigo pensando. Salgo directo a la universidad. A mitad del camino se rompe el cielo y la lluvia me obliga a detenerme bajo un puente. El desayuno ligero pasa factura: me ruge el estómago. "Dios proveerá", me digo en medio del aguacero.

Voy tarde a clase, hoy me toca periodismo científico. Parqueo la patineta, atravieso todo el campus, subo las escaleras eléctricas, empiezo a oler a perro mojado y finalmente llego al salón en el segundo piso del edificio 67, el más lejano de la Universidad.

- ¿Qué le pasó? - me pregunta mi profesor.
- Dios proveyó - respondo irónicamente.

No hubo agua, pero sí baño.

Algoritmo de jueves - Juan David Cárdenas Ramírez

La alarma sonó a las 5:30 de la mañana y él deslizó su dedo para tener diez minutos más en la cama. A las 5:40 se levantó al baño. En el camino se encontró con su abuelo. Le dio un beso en la frente. Volvió a su cama a eso de las 5:45, reprogramó la alarma y acomodó su almohada para contemplar la ventana y las nubes. 

Sobre las 8 se levantó, tomó un baño, se vistió y organizó su habitación mientras escuchaba un noticiero en francés fácil. Al terminar preparó una aromática y se adentró en el jardín para cortar, podar, barrer y recoger. A las 10 de la mañana salió con una gran bolsa de basura, la dejó en el separador de la calle y se dirigió a la casa de su mamá. 

Después de que su primo tatuó su espalda, almorzó junto a él y su mamá. Juntos pasaron tres horas tejiendo recuerdos con la lengua. Antes de volver a su casa pidió ayuda a su mamá para poner crema en su nuevo tatuaje. Al llegar a su casa rellenó una gran botella, prendió el computador y participó en una reveladora clase de crónica. 

De vuelta a casa - ​Naomy Cárdenas Almeyda 

El 5 de mayo, Naomy Cárdenas se despertó a las 8:30 de la mañana. Al abrir sus ojos, la felicidad le inundó el corazón ya que había amanecido en su propia cama, en la casa de sus padres. Resulta que hace unos días había viajado a su natal Bucaramanga, para pasar el Día de la Madre en familia.

Naomy se paró de su cama, se dirigió a la mesa del comedor donde la esperaba un delicioso plato de huevos fritos, arepa amarilla y café negro endulzado con panela. Al ver este manjar, se dispuso a desayunar en compañía de sus papás. Pasado el mediodía, y al no tener ningún quéhacer o alguna preocupación, esta mujer se tiró en el sofá de la sala a ver una de sus series preferidas, tomó el control del televisor y colocó ‘The Kardashians’.

Eran las 3:00 de la tarde y Naomy tenía un poco de hambre, así que fue a la cocina a preparar crispetas con melao’ de panela, una merienda perfecta para la tarde de series que estaba teniendo. Luego de comer, revisar redes sociales y ver la serie, Naomy prendió su computador y se preparó para el taller de MANADA. 

Instante - Jabes Manuel Pimentel Gil

Esta semana comienza particularmente diferente. ¡Estoy feliz!, inmensamente alegre del ahora, del momento preciso, del instante, del hoy. Me desperté muy temprano en la mañana, saludé a mi hermana, rápidamente tomé un vaso con agua y hablé por videollamada con el chico que no dejo de pensar. Está lejos, pero sus mensajes suenan muy cerca. Suspiré, de esos suspiros que te invocan un compromiso con el día, entonces: era hora de tender la cama, organizar la habitación, estirar el cuerpo y empezar a cantar.

Me siento enamorada del momento que estoy viviendo, en este preciso instante reconozco la inmensidad que la vida le otorga a cualquier individuo: la posibilidad de ser libre, de amar, de sentir asco, dolor, tristeza, melancolía, pasión, interés, deseo, felicidad, empatía, resiliencia, entre un sinfín de caminos que decidimos recorrer.

Después de organizar un poco la cotidianidad, alistarme frente al espejo, retocar los detalles del día, me dispongo a coser. Enciendo mi máquina plana, organizo las prendas y comienza mi día. Las mejores batallas son las que se enfrentan con valentía. Precisamente con valentía asumo el compromiso de vestir la cultura de Colombia, entendiendo en principio al otro, sus marcos de referencia y la riqueza de nuestro territorio.

Finalmente, todos los días coso, corto, leo, escribo, imagino, pego y diseño, en principio, porque soy fiel testigo del poder transformador de la moda…¡Feliz Semana!

Las horas - Laura Rincón Rueda

El reloj marcó las 4:30 a.m., Laura se estaba alistando para ir a trabajar. Sabía que tendría varías cosas por hacer así que decidió ponerse algo cómodo con sus botas vinotinto, sus preferidas para los días fríos y lluviosos. Como era de costumbre, su padre la acompañó a la estación de Transmilenio. Una vez allí, se dieron un abrazo y él regresó a casa.

Para Laura, llegar a su trabajo fue como un abrir y cerrar de ojos: corrió con la suerte de irse sentada y aprovechó para tomar una ligera siesta. Al llegar a su puesto de trabajo, revisó su agenda y comenzó sus tareas del día: administrar los exámenes de Economía y Estadística de Javier, un adolescente apasionado por las finanzas. 11:30 a.m.: Javier terminó su primer examen. Laura se despidió, advirtiéndole que tenía que volver una hora y media después para la siguiente sesión. 

El segundo examen de Javier terminó a las  p.m. Laura recogió sus cosas, se despidió de su jefe y se fue con dos amigos rumbo a la estación de la Calle 72. Llegó a su casa una hora más temprano de lo normal, 5:20 p.m. Por ello, descansó unos minutos y se tomó un tinto antes de tomar su clase de crónica. 

Mañanas lejanas - David Villalobos Lizcano

Un despertar triste en una mañana particularmente gris, pero no un gris sólido sino más bien un gris tediosamente pálido. Soñando poco, son ya 18 días de insomnio. Cierta angustia colma la paciencia del doliente quien, en este caso, también es el narrador. La ropa hay que colgarla y mejor que sea rápido antes de que se haga tarde para salir a trabajar. 

Viviendo solo pero con policía a dos casas, pues tengo un tío de vecino. Verbalmente, exaspera; figurativamente es insufrible, como tener una escabiosis en los tejidos más sensibles del cuerpo. Hay tres cosas por pensar, maldita sea, voy tarde una vez más, que desastre. 

Hay que correr, para rendir un día más, hay que apretar, para poder continuar, y hay que olvidar, para evitar sufrir. Tres actos, seis verbos, una vida con pocos intentos. Suspiro con ligera resignación para concertar que solo es un día y, como otros males, seguramente ha de pasar. 

Por unos Minutos en la Vida de ‘El Man’ - Germán Alberto Malaver Gamboa

Hoy jueves 5 de mayo de 2022 me desperté a las 4:00 a.m., hora deliciosamente melancólica. Me levanté a las 4:15 a.m., medité y pasaron las 4:40 a.m. Luego tendí la cama, me cepillé los dientes y siendo las 5:00 a.m., me duché. En seguida me cambié y, como una sinergia, me entró la llamada de mi tejeDORA de historias y aunque Bogotá estaba fría, su voz abrigó mi ser.

Empecé a oír la emisora Vida AM, y en compañía de mi computadora azul, empecé a editar artículos para mi hijo virtual: ‘Escribe GermaDor’. Llegando el mediodía el hambre no se hizo esperar y el arroz con pollo y jugo de mora llegó a mi mesa en compañía de mi tía Mary.  

Seguí alimentando mi blog, en esta oportunidad de fondo ‘Trátame Suavemente’ de Soda Stereo, que programó Carlos Sarria en La Fm. Estaba tan concentrado que cuando vi la hora, ya eran las 5:00 p.m., tiempo perfecto para saborear una deliciosa aguapanela con queso y almojábana. Mientras lo hago, estoy expectante a mi clase de crónica. 

Un año más - Karen Ortíz Molina

Es de madrugada y el sentimiento de miedo por no haber puesto la alarma la noche del domingo anterior la hizo despertar. 4:23, a correr a bañarse y salir "volando" al trabajo. Ese día, obviamente, el sueño sería protagonista.

6:14 a.m., ahora el sentimiento de angustia la embarga por pensar que va a llegar tarde. Se demora el Transmilenio y le toca correr hasta la oficina. 15 minutos después, manos lavadas, computador prendido y ella empieza a escribir sobre un trancón en la Autopista Norte. Toda la mañana escribió sobre alias 'Otoniel', Aída Merlano y otras figuras nacionales más. 2:40 p.m. y Karen hasta ahora iba a almorzar. Ahora el hambre pasó a ser protagonista. 

4:00 p.m. y comienza la correría para llegar a clase. Pensó que iba a comer algo en una de las calles cerca a la oficina pero el almuerzo fue tan tarde que decidió posponerlo. De camino a casa pensó en encontrar una sorpresa. Pero no fue así. Ese día ella no fue la protagonista.